Los versículos sobre la importancia de orar nos muestran que la comunicación con Dios es esencial en nuestra vida espiritual. Mateo 6:6 nos enseña a orar en secreto y nuestro Padre que está en lo secreto nos recompensará. 1 Tesalonicenses 5:17 nos instruye a orar sin cesar, manteniendo una conexión constante con Dios. Filipenses 4:6 nos anima a presentar nuestras peticiones a Dios en oración con acción de gracias. Estos versículos resaltan la vitalidad de la oración en nuestra vida cristiana.
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Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.
Orad sin cesar.
Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.
Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allí y oro.
Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Mas yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
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