Este post contiene Versículos de la Biblia que hablan sobre la Humildad. Textos Bíblicos de versión Reina Valera Actualizada (RVA-2015).
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Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra (2 Cr 7:14).
El deseo de los humildes escuchas, oh SEÑOR; tú dispones su corazón y tienes atento tu oído (Sal 10:17).
Los pobres comerán y serán saciados. Alabarán al SEÑOR los que le buscan. ¡Que viva su corazón para siempre! (Sal 22:26).
Encaminará a los humildes en la justicia y enseñará a los humildes su camino (Sal 25:9).
En el SEÑOR se gloriará mi alma; lo oirán los mansos y se alegrarán (Sal 34:2).
Pero los mansos heredarán la tierra y se deleitarán por la abundancia de paz (Sal 37:11).
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios (Sal 51:17).
Aunque el SEÑOR es sublime, mira al humilde; pero al altivo lo reconoce de lejos (Sal 138:6).
El SEÑOR ayuda a los humildes pero a los impíos humilla hasta el suelo (Sal 147:6).
Porque el SEÑOR se agrada de su pueblo, a los humildes adornará con salvación (Sal 149:4).
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría (Pr 11:2).
El temor del SEÑOR es la enseñanza de la sabiduría, y antes de la honra está la humildad (Pr 15:33).
Es mejor ser humilde entre los humildes que compartir despojos con los soberbios (Pr 16:19).
Antes del quebrantamiento se enaltece el corazón del hombre, y antes de la honra está la humildad (Pr 18:12).
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Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor del SEÑOR (Pr 22:4).
La soberbia del hombre lo abate, pero al humilde de espíritu le sustenta la honra (Pr 29:23).
Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo: “Yo habito en las alturas y en santidad; pero estoy con el de espíritu contrito y humillado, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los oprimidos (Is 57:15).
Mi mano hizo todas estas cosas; es así como todas estas cosas llegaron a existir, dice el SEÑOR. Pero a este miraré con aprobación: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra (Is 66:2).
Busquen al SEÑOR, todos los mansos de la tierra que ejecutan su decreto. Busquen justicia, busquen mansedumbre; quizás serán protegidos en el día del furor del SEÑOR (Sof 2:3).
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5:3).
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad (Mt 5:5).
Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma (Mt 11:29).
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mt 23:12).
Quitó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes (Lc 1:52).
Porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Lc 14:11).
Pero entre ustedes no será así. Más bien, el que entre ustedes sea el importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve (Lc 22:26).
Tengan un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos sino acomodándose a los humildes. No sean sabios en su propia opinión (Rom 12:16).
Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose los unos a los otros en amor (Ef 4:2).
No hagan nada por rivalidad ni por vanagloria, sino estimen humildemente a los demás como superiores a ustedes mismos (Filip 2:3).
Por tanto —como escogidos de Dios, santos y amados— vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia (Col 3:12).
Por lo tanto, desechando toda suciedad y la maldad que sobreabunda, reciban con mansedumbre la palabra implantada la cual puede salvar su vida (Stg 1:21).
Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (Stg 4:6).
Humíllense delante del Señor, y él los exaltará (Stg 4:10).
Asimismo ustedes, jóvenes, estén sujetos a los ancianos y revístanse todos de humildad unos para con otros porque: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (1 Pe 5:5).
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que él los exalte al debido tiempo (1 Pe 5:6).