Este articulo contiene Ejemplos sobre La Gracia de Dios en la Biblia. Textos Bíblicos de Reina Valera Actualizada.
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Pero Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR (Ge 6:8).
Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, por favor, no pases de largo a tu siervo (Ge 18:3).
El SEÑOR dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia ante mis ojos y te he conocido por tu nombre (Ex 33:18).
Tú eres el más hermoso de los hijos del hombre; la gracia se ha derramado en tus labios. Por eso Dios te ha bendecido para siempre (Salmo 45:2).
Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria dará el SEÑOR. No privará del bien a los que andan en integridad (Sal 84:11).
No se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello. Escríbelas en las tablas de tu corazón, y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres (Pr 3:3-4).
Ciertamente él se burlará de los que se burlan, pero a los humildes concederá gracia (Pr 3:34).
Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos (Da 1:9).
Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos (Os 14:4).
Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica. Mirarán al que traspasaron y harán duelo por él con duelo como por hijo único, afligiéndose por él como quien se aflige por un primogénito (Zac 12:10).
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Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen fuera demonios. De gracia han recibido; den de gracia (Mt 10:8).
Entonces el ángel le dijo: ¡No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios! (Lc 1:30).
El niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él (Lc 2:40).
Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Lc 2:52).
Todos daban testimonio de él y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es este el hijo de José? (Lc 4:22).
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad (Jn 1:14).
Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia (Jn 1:16).
La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo (Jn 1:17).
Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos (Hch 4:33).
Entonces una vez despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes les hablaban y les persuadían a perseverar fieles en la gracia de Dios (Hch 13:43).
Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hch 20:24).
siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo Jesús (Ro 3:24).
Por medio de quien también hemos obtenido acceso por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Ro 5:2).
Pero el don no es como la ofensa. Porque si por la ofensa de aquel uno murieron muchos, cuánto más abundaron para muchos la gracia de Dios y la dádiva por la gracia de un solo hombre: Jesucristo (Ro 5:15).
Porque si por la ofensa de uno reinó la muerte por aquel uno, cuánto más reinarán en vida los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la justicia mediante aquel uno: Jesucristo (Ro 5:17).
La ley entró para agrandar la ofensa, pero en cuanto se agrandó el pecado sobreabundó la gracia, para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.( Ro 5:20-21).
¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! (Ro 6:15).
Porque nuestro motivo de gloria es este: el testimonio de nuestra conciencia de que nos hemos conducido en el mundo (y especialmente ante ustedes), con sencillez y la sinceridad que proviene de Dios, y no en sabiduría humana sino en la gracia de Dios (2 Co 1:12).
Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, por amor de ustedes se hizo pobre para que ustedes con su pobreza fueran enriquecidos (2 Co 8:9).
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en ustedes toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abunden para toda buena obra (2 Co 9:8)
Y me ha dicho: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo (2 Co 12:9).
Estoy asombrado de que tan pronto se estén apartando del que los llamó por la gracia de Cristo, para ir tras un evangelio diferente (Ga 1:6).
Pero cuando Dios quien me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia tuvo a bien (Ga 1:15).
No desecho la gracia de Dios; porque si la justicia fuera por medio de la ley, entonces por demás murió Cristo (Ga 2:21).
Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia son salvos! (Ef 2:4-5).
Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes pues es don de Dios (Ef 2:8).
A mí, que soy menos que el menor de todos los santos, me ha sido conferida esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo (Ef 3:8).
Sin embargo, a cada uno de nosotros nos ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo (Ef 4:7).
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia (2 Tes 2:16).
Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús (1 Ti 1:14).
Fue él quien nos salvó y nos llamó con santo llamamiento, no conforme a nuestras obras sino conforme a su propio propósito y gracia, la cual nos fue dada en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo (2 Ti 1:9).
Porque la gracia salvadora de Dios se ha manifestado a todos los hombres enseñándonos a vivir de manera prudente, justa y piadosa en la edad presente, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, aguardando la esperanza bienaventurada, la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo (Tit 2:11-13).
Y esto para que, justificados por su gracia, seamos hechos herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Tit 3:7).
Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro (He 4:16).
Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (Stg 4:6).
Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para ustedes (1 Pe 1:10).
Por eso, con la mente preparada para actuar y siendo sobrios, pongan su esperanza completamente en la gracia que les es traída en la revelación de Jesucristo (1 Pe 1:13).
Cada uno ponga al servicio de los demás el don que ha recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Pe 4:10).
Y cuando hayan padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien los ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo los restaurará, los afirmará, los fortalecerá y los establecerá (5:10).
La gracia de nuestro Señor Jesús sea con todos (Ap 22:21).
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