La Palabra es nuestra mejor guía para ayudarnos a orar, este articulo contiene 21 Ejemplos de Peticiones de Oración a Dios en la Biblia. Versión Reina Valera Actualizada.
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En mi angustia invoqué al SEÑOR; invoqué a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó a sus oídos (2 Sa 22:7).
Entonces invoqué el nombre del SEÑOR diciendo: “¡Libra, oh SEÑOR, mi vida!” (Sal 116:4).
Por favor, estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, que yo hago ahora delante de ti, de día y de noche, por los hijos de Israel, tus siervos. Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti. Sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado (Ne 1:6).
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (Mt 6:12).
Ahora, si he hallado gracia ante tus ojos, muéstrame, por favor, tu camino para que te conozca y halle gracia ante tus ojos; considera también que esta gente es tu pueblo (Ex 33:13).
Y los hijos de Israel respondieron al SEÑOR: Hemos pecado. Haz tú con nosotros todo lo que te parezca bien. Pero, por favor, líbranos en este día (Jue 10:15).
Ellos clamaron al SEÑOR y dijeron: “Hemos pecado, porque hemos abandonado al SEÑOR y hemos servido a los Baales y a las Astartes. Pero ahora, líbranos de mano de nuestros enemigos, y te serviremos” (1 Sa 12:10).
Ahora pues, oh SEÑOR Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de su casa, y haz tal como has dicho (2 Sa 7:25).
Oh SEÑOR Dios de Israel, cumple con tu siervo David, mi padre, lo que le prometiste diciendo: ‘No te faltará delante de mí un hombre que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino para andar delante de mí, como tú has andado delante de mí’. Ahora pues, oh Dios de Israel, sea confirmada tu palabra que hablaste a tu siervo David, mi padre (1 Re 8:25-26).
Acuérdate, por favor, de la palabra que mandaste a tu siervo Moisés diciendo: ‘Si son infieles, yo los esparciré entre los pueblos. Pero si se vuelven a mí, guardan mis mandamientos y los ponen por obra, aunque sus desterrados estén en el extremo de los cielos, de allí los reuniré y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre’ (Ne 1:8-9).
Y ahora, ten a bien bendecir la casa de tu siervo, a fin de que permanezca para siempre delante de ti. Porque tú lo has prometido, oh SEÑOR Dios, y con tu bendición la casa de tu siervo será bendita para siempre (2 Sa 7:29).
Y Jabes invocó al Dios de Israel diciendo: “¡Oh, si realmente me dieras bendición y ensancharas mi territorio, y tu mano estuviera conmigo y me libraras del mal, de modo que no tuviera dolor!”. Y Dios le concedió lo que pidió (1 Cr 4:10).
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Inclina, oh SEÑOR, tu oído y escúchame porque soy pobre y necesitado (Sal 86:1).
Aunque afligido yo y necesitado, el SEÑOR pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú; Dios mío, no te tardes (Sal 40:17).
¿Está enfermo alguno de ustedes? Que llame a los ancianos de la iglesia y que oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe dará salud al enfermo, y el Señor lo levantará. Y si ha cometido pecados le serán perdonados. Por tanto, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros de manera que sean sanados. La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho (Stg 5:14-16).
Oh SEÑOR, Dios de las venganzas; oh Dios de las venganzas, ¡manifiéstate! ¡Exáltate, oh Juez de la tierra! Da su recompensa a los soberbios. ¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh SEÑOR, se regocijarán los impíos? (Sal 94:1-3).
Afirma mis pasos con tu palabra; que ninguna iniquidad se enseñoree de mí (Sal 119:133).
Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus leyes, y lo guardaré hasta el fin (Sal 119:33).
Pidan por la paz de Jerusalén: “Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios” (Sal 122:6-7).
Haz bien a Sion con tu benevolencia; edifica los muros de Jerusalén (Sal 51:18)
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy (Mt 6:11).
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén (Mt 6:13).
Pero les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que luchen conmigo en oración por mí delante de Dios para que yo sea librado de los desobedientes que están en Judea, y que mi servicio a Jerusalén sea del agrado de los santos (Ro 15:30-31).
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (Ef 1:18).
Y también oren por mí, para que al abrir la boca me sean conferidas palabras para dar a conocer con confianza el misterio del evangelio (Ef 6:19).
A la vez, oren también por nosotros a fin de que el Señor nos abra una puerta para la palabra para comunicar el misterio de Cristo, por lo cual estoy aún preso. Oren para que yo lo presente con claridad, como me es preciso hablar (Col 4:3-4).
Por esta razón también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de orar por ustedes y de rogar que sean llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y plena comprensión espiritual (Col 1:9).
Los saluda Epafras, quien es uno de ustedes, siervo de Cristo, siempre solícito por ustedes en oración, para que estén firmes como hombres maduros y completamente entregados a toda la voluntad de Dios (Col 4:12).
Y el mismo Dios de paz los santifique por completo; que todo su ser tanto espíritu, como alma y cuerpo sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Ts 5:23).
Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias (Fil 4:6).
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: ¡Señor Jesús, recibe mi espíritu! (Hch 7:59).
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