Descubre inspiradores versículos bíblicos que resaltan el amor al prójimo. Estas poderosas palabras sagradas te guiarán hacia una vida plena y compasiva. Encuentra consuelo en las enseñanzas de la Biblia mientras exploras versículos llenos de amor y bondad hacia los demás.
Conecta con el mensaje eterno de amar a tu prójimo como a ti mismo, cultivando relaciones significativas y promoviendo la unidad en la humanidad. Sumérgete en la sabiduría divina que trasciende el tiempo y encuentra inspiración en estos versículos bíblicos de amor al prójimo, que nutrirán tu espíritu y transformarán tu vida.
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Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado.
No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Más bien, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, el SEÑOR.
Así que, todo lo que quieran que hagan los hombres por ustedes, así también hagan por ellos, porque esto es la Ley y los Profetas.
Nadie tiene mayor amor que este: que uno ponga su vida por sus amigos.
Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Y como quieren que hagan los hombres con ustedes, así también hagan ustedes con ellos.
Sobre todo, tengan entre ustedes un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados.
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Él le respondió diciendo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo.
Porque los mandamientos —no cometerás adulterio, no cometerás homicidio, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento— se resumen en esta sentencia: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El Señor los multiplique y los haga abundar en amor unos para con otros y para con todos, tal como nosotros para con ustedes.
Porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Amándose los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndose los unos a los otros.
Y tenemos este mandamiento de parte de él: El que ama a Dios ame también a su hermano.
Pero el que tiene bienes de este mundo y ve que su hermano padece necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo morará el amor de Dios en él?
Nadie ha visto a Dios jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros.
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Cada uno de nosotros agrade a su prójimo para el bien, con miras a la edificación.
Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
Tengan un mismo sentir los unos por los otros, no siendo altivos sino acomodándose a los humildes. No sean sabios en su propia opinión.
Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros, como él nos ha mandado.
Permanezca el amor fraternal.
Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.
El Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros.
Amados, ya que Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
En esto hemos conocido el amor: en que él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestra vida por los hermanos.
Ustedes han oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen.
Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo.
Si de veras cumplen la ley real conforme a las Escrituras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, hacen bien. Pero si hacen distinción de personas cometen pecado y son reprobados por la ley como transgresores.
Peca el que desprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
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