Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera.
Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto.
Jesús entonces le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.
A esto Jesús respondió: Yo soy el que da la vida y el que hace que los muertos vuelvan a vivir. Quien pone su confianza en mí, aunque muera, vivirá.
Juan 11:25 es un versículo que dice: «Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá«. Este versículo es una de las afirmaciones más profundas y significativas de Jesús en el Evangelio de Juan.
En este versículo, Jesús se presenta como la resurrección y la vida. Esta afirmación es una proclamación de su divinidad y una invitación a creer en él. Jesús es el único que puede ofrecer la vida eterna, porque él es la resurrección y la vida.
Pero, ¿qué significa creer en Jesús? Creer en Jesús significa confiar en él y seguirlo, reconociendo que él es el Mesías y el Hijo de Dios. Significa entregarle nuestra vida y depender de él para todas las cosas.
El versículo dice que el que cree en Jesús, aunque muera, vivirá. Esto significa que, aunque la muerte física es ineludible para todos, la vida eterna es posible a través de nuestra fe en Jesús. La muerte no es el final, sino solo una transición a una vida mejor y más perfecta en presencia de Dios.
Por lo tanto, Juan 11:25 nos recuerda que la vida no se trata solo de lo que sucede en este mundo temporal, sino de la eternidad. Debemos buscar la vida verdadera, la vida eterna que solo Jesús puede ofrecer. La muerte no es algo a temer, sino una oportunidad para experimentar una vida mejor y más perfecta con Dios.
En conclusión, Juan 11:25 es un llamado a creer en Jesús y a seguirlo como nuestro Señor y Salvador. Al hacerlo, encontraremos la vida eterna y la resurrección de los muertos, y podremos experimentar la plenitud de la vida que solo él puede ofrecer. No temamos la muerte, porque, a través de nuestra fe en Jesús, viviremos para siempre.