Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos.
Yo soy la puerta; los que entren a través de mí serán salvos. Entrarán y saldrán libremente y encontrarán buenos pastos.
Yo soy la puerta verdadera. Todo el que entre en el aprisco por esta puerta, estará a salvo; entrará y saldrá libremente y siempre encontrará su pasto.
Yo soy la puerta del reino de Dios: cualquiera que entre por esta puerta, se salvará; podrá salir y entrar, y siempre encontrará alimento.
El versículo 9 de Juan 10 es una de las declaraciones más importantes de Jesús en el evangelio de Juan. En este versículo, Jesús dice: «Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo, y entrará y saldrá, y hallará pastos«.
Este versículo tiene un profundo significado para los cristianos. La primera línea, «Yo soy la puerta«, es una afirmación de la identidad de Jesús como el Mesías y el Salvador del mundo. Es una afirmación audaz y significa que solo a través de Jesús, los seres humanos pueden tener acceso a la salvación y a una vida eterna con Dios.
La segunda parte del versículo, «si alguno entra por mí, será salvo«, es un llamado a la fe y la confianza en Jesús. La fe en Jesús es la única manera de tener vida eterna. La entrada por Jesús significa abrazar su sacrificio en la cruz como el único medio de reconciliación con Dios.
El versículo también menciona que las personas que entran por Jesús pueden «entrar y salir y hallar pastos«. Este versículo ilustra la idea de que, una vez que una persona es salva por la fe en Jesús, ella tiene acceso a una vida abundante y satisfactoria. Los «pastos» representan una vida de provisiones y bendiciones que Dios provee a aquellos que confían en él.
En resumen, Juan 10:9 es un versículo clave que ilustra la identidad de Jesús como la única puerta para la salvación y una vida plena. Invita a los cristianos a tener fe y confianza en Jesús y a vivir una vida abundante en él. Este versículo es un recordatorio constante de la gracia y el amor de Dios hacia su pueblo y su deseo de proveer una vida eterna llena de bendición y paz a aquellos que confían en él.