Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.
Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios, pues nos ha mostrado todo el amor y toda la verdad.
Juan 1:14 dice: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.»
Este versículo habla sobre la encarnación de Jesús, y cómo él se hizo carne y habitó entre nosotros. La encarnación es un concepto central en el cristianismo, ya que muestra la forma en que Dios se hizo hombre para salvarnos.
La encarnación nos muestra que Dios ama a los seres humanos de una manera profunda y personal. Él no está lejos y distante, sino que estuvo con nosotros en la persona de Jesús, compartiendo nuestras dificultades y nuestras alegrías. La encarnación también nos muestra que Dios entiende lo que es ser humano, y que conoce nuestras necesidades y nuestras luchas.
Además, la encarnación nos muestra que Dios es un Dios de gracia y de verdad. La gracia de Dios es su amor incondicional y su perdón, y la verdad de Dios es su palabra y su voluntad. Al hacerse hombre, Jesús nos reveló el amor y la verdad de Dios de una manera más clara y tangible.
El hecho de que Jesús habitó entre nosotros también nos muestra que Dios quiere tener una relación íntima con nosotros. Él no se limitó a enviarnos un mensaje o a revelarnos su presencia de una manera abstracta, sino que se hizo carne y vivió entre nosotros para que pudiéramos conocerlo y seguirlo.
En resumen, Juan 1:14 es un versículo que habla sobre la encarnación de Jesús, y cómo él se hizo carne y habitó entre nosotros. Este versículo nos muestra que Dios ama a los seres humanos de una manera profunda y personal, y que es un Dios de gracia y de verdad. Al hacerse hombre, Jesús nos reveló el amor y la verdad de Dios de una manera más clara y tangible, y nos invitó a tener una relación íntima con él.
