La Justificación por la fe en Jesucristo es uno de los aspectos fundamentales en la Salvación del hombre. Es un tema importante en la Biblia, ya que nos enseña, que todo ser humano ha pecado contra Dios y que la única manera que el hombre pueda ser justificado delante de Él, es por medio de Jesucristo. Lee También: 50 Versículos Bíblicos Sobre la Fe.
La Justificación por la fe es el resultado de la gracia divina de Dios por amor a la humanidad (Ro 3:24, 5;8-9, 21; Tit 3:7; Jn 3:16). Es un regalo que no lo obtenemos porque lo hayamos merecido, ni por las obras que hayamos hecho (Ef 2:8-9; Ro 3:28; 2 Ti1:9; Sal 143:2). La Biblia nos dice que ninguno se Justificará mediante la ley (los mandamientos) (Ro 3:20), porque todos la hemos quebrantado, no hay un solo mandamiento que no hayamos incumplido (Ro 3:10; Is 53:6).
Este regalo de la Justificación solo se obtiene mediante la fe en Jesucristo (Ro 3:24, 5:1; Ga 2:16). Creyendo que Jesús en la Cruz del Calvario se hizo culpable de todos nuestros pecados (Is 53:5-6, 10;), aun sin Él nunca haber cometido ninguno (2 Co 5:21; 1 Pe 2:22). Y no solo eso, sino que Dios lo resucitó conforme a las escrituras, para que así también nosotros resucitemos y vivamos en una nueva vida para Él (Ro 6:5-11, 4:25; Hch 2:32, 13:30-31).
De una manera más clara la palabra justificación significa declarar justo o libre de culpa a una persona. Esto quiere decir, que Dios te ve como si nunca hubieses pecado. Es como si acabas de cometer un delito y fueses a la cárcel, pero alguien decide pagar el precio de tu fianza. Esto fue lo que hizo Jesucristo por ti y por mí, tomó el castigo que tú y yo merecíamos por haber violado la ley de Dios, recibiendo todo el castigo en su cuerpo hasta la muerte. Pero en el momento que resucitó, revistió de su justicia a todo aquel que se arrepintiera de su pecado y creyera en su nombre (Ro 4:25).
La Justificación funciona por la sustitución, es decir, Cristo tomó tu lugar en la Cruz y borro tus pecados, presentes, pasados y futuros (2 Co 5:21; Ga 3:11; Ef 5:2; 1 Pe 3:18). Uno de los ejemplos de sustitución que encontramos en el Antiguo Testamento es el cordero que se entregaba como sacrificio por los pecados en el Altar del Bronce del Tabernáculo (Lv 4:35).
«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu (1 Pe 3:18)».
El Señor Jesús toma mi pecado y me da de su Justicia (Ro 4:25; 1 Pe 3:18). Un ejemplo muy claro en la Biblia seria el ladrón que se arrepiente en último momento y reconoce a Jesús como su Señor y Salvador (Lc 23:39-43). Este hombre no fue librado de su castigo en la tierra y su juicio dado por los hombres, pero si fue justificado delante de Dios, por haber creído en aquel a quien Él envió como propiciación por nuestros pecados (1 Jn 2:2; Ro 3:25, 5:1, 5:9).
«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Is 53:6)».
«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5:21)».
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Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (Lc 10:20).
Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades (He 8:10-12).
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8:14-16).
Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia (Ro 6:17-18).